Toma tu lugar en la mesa 

El Señor es mi pastor, nada me falta. En lugares de verdes pastos me hace descansar, junto a aguas tranquilas me conduce, restaura mi alma. Me guía por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande por valles tenebrosos, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. Preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos. Unges mi cabeza con aceite, mi copa rebosa. Ciertamente tu bondad y tu misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.
Salmo 23:1-6, La Santa Biblia, NVI

En la mayoría de las culturas, una mesa, ya sea una mesa real o un mantel sobre una cama o en el suelo, es un lugar de intimidad. Es un lugar donde compartimos la vida juntos. Compartir una taza de té o café o una comida juntos es una de las cosas más significativas que puedes hacer con alguien.

No es casualidad que en la Biblia la mesa sea también un lugar sagrado, un lugar de intimidad con Dios. Además, el pan no sólo simboliza la Palabra de Dios, sino también la provisión de Dios, el sustento de Dios. La mesa del Tabernáculo siempre contenía pan fresco que representaba la presencia constante de Dios. Dios hacía llover pan del cielo para los israelitas todas las mañanas, sustentándolos milagrosamente durante 40 años mientras vagaban por el desierto.

La Biblia dice que Jesús es la Palabra viviente de Dios que siempre ha existido, pero que se hizo un ser humano para vivir entre nosotros. Jesús vino a la tierra no sólo para morir por nuestros pecados y resucitar para que pudiéramos tener la seguridad de la vida después de la muerte; sino también, vino a la tierra para mostrarnos cómo vivir. Jesús dice que Él es el Pan de Vida y que Sus Palabras son Espíritu y son Vida (Juan 6:35,63).

¿Nos damos cuenta de cuánto nos ama Dios?

Ven a mí…
a sentarnos a sus pies,
a unirnos a Él en la mesa que Él ha preparado para mí…
a buscar intimidad con Él,
a buscar Su rostro como si mi vida dependiera de ello…
porque así es.

Muchos de nosotros nos sentimos incapaces de ocupar nuestro lugar en Su mesa debido a la indignidad de pensar que no teníamos un lugar en la mesa con Cristo. Más bien, nuestra perspectiva puede ser que nuestro lugar en el Reino de Dios estaba debajo de la mesa, peleando por las migajas que caían de la mesa de Dios.

Nuestro lugar no está debajo de la mesa; nuestro lugar está en la mesa… con Jesús.

La mesa representa un lugar de profunda intimidad con Jesús donde Él revela la Verdad, especialmente La Verdad acerca de quién Dios dice que Él es y La Verdad acerca de quién Dios dice que yo soy.

La mesa es la invitación siempre abierta de Jesús a “Ven a mí”; para que yo pueda deleitarme en la Palabra de Dios y permitirle que me revele compasivamente el corazón de Dios, que exponga con amor y ternura las mentiras del enemigo y me convenza de la Verdad de Dios.

Preparas una mesa delante de mí en presencia de mis enemigos.

¿Dios prepara una mesa para mí en presencia de mis enemigos? Porque, en este mundo, tenemos un enemigo que siempre está al acecho. Es implacable en su deseo de robarnos, matarnos y destruirnos a nosotros y a lo que tenemos con Dios. Como no podemos destruir a nuestro enemigo, tenemos que aprender a vencerlo, a resistirlo, a mantenernos firmes contra él.

Ten dominio propio y estate alerta. Tu enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Resístelo manteniéndote firme en la fe.
1 Pedro 5:8-9, La Santa Biblia, NVI

La intimidad con Jesús es lo único que me ha permitido vencer al enemigo y experimentar la victoria sobre las artimañas del diablo que me han frenado toda mi vida. La intimidad con Jesús es lo único que me ha permitido disfrutar de una libertad duradera y experimentar la vida abundante que Jesús prometió; el tipo de vida que siempre pensé que era un cuento de hadas, demasiado bueno para ser verdad para mí.

Es lo único que lo cambia todo.

El pan solo no satisface, pero la verdadera vida se encuentra en cada palabra que sale constantemente de la boca de Dios. – Jesús
Mateo 4:4, La Santa Biblia, TPT

Su amor lo cambia todo.

Todo esto ha sucedido cuando me he unido a Jesús en la mesa que Él ha preparado para mí.
La intimidad con Jesús es lo único que lo cambia todo.
Él ha preparado una mesa para ti también.
Es un lugar de intimidad con Él.
Su invitación está siempre abierta.