Fuera del desbordamiento 

Lo que hay en el corazón del hombre siempre se dará a conocer tanto en sus palabras como en sus acciones, “porque de lo que llena el corazón habla la boca” (Mateo 12:34b). Aunque todos los seres humanos a veces se avergüenzan de lo que dicen y niegan que sus palabras signifiquen algo, las palabras del hombre en realidad revelan lo que hay en su corazón. La Biblia lo dice en todo momento. Cuando el rey Saúl intentó matar a David, David no levantó la mano contra Saúl, ni siquiera cuando se le dio la oportunidad de hacerlo.

David le dijo a Saúl: “Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos salen los impíos; pero mi mano no será contra ti” (1 Samuel 24:13). Isaías 32:6 dice: “Porque el necio habla necedades, y su corazón se inclina a la maldad, a cometer impiedad y a hablar falsedades contra Jehová, a dejar sin saciar al hambriento y a privar de beber al sediento”.

En el NT, Mateo 15:18 dice: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y eso contamina al hombre”. Pablo escribió: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29; cf. Santiago 3:2-12).

La boca de una persona actúa como un rebosadero en una bañera o en una unidad de aire acondicionado. Lo que hay en el corazón del hombre siempre se desbordará por su boca. Hablará de sus lujurias, su ira, su codicia, su justicia propia, sus deseos egoístas, sus odios, todo lo que llena su corazón y todas sus inclinaciones naturales. Esta es una forma de hablar habitual para todos los que no conocen a Jesús como el Cristo, pero, lamentablemente, también es cierto en el caso de los cristianos. Los cristianos son salvos y, por lo tanto, son conscientes de cómo su vieja naturaleza a veces abruma a su nueva naturaleza en Cristo, pero son mucho más propensos, como una nueva criatura en Cristo, a usar sus bocas como un desbordamiento de amor, alegría y paz. Después de todo, estos frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23) son la evidencia de su nueva naturaleza en Cristo. Sin embargo, como se dijo, a veces la vieja naturaleza se asoma, triste pero seguramente.

El versículo 35 habla del "buen hombre", uno que "saca de su buen tesoro lo que es bueno". Esta es simplemente otra manera de decir que es un hombre declarado justo por la fe en Jesucristo que es como el buen árbol que naturalmente da buen fruto.

El término para "tesoro" viene del término griego thēsauros que se usa en español para "depósito; almacén". El tesoro del “buen hombre” es un corazón lleno del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y su boca y sus acciones rebosan de ese fruto, produciendo lo que es bueno. El hombre malo, por otro lado, hace exactamente lo contrario, produciendo fruto podrido tanto de sus acciones como de su boca. Esto expone su corazón como “malo”, porque sólo un corazón malo puede producir ese fruto podrido.

Mientras que las palabras de los burladores que odian a Cristo y las palabras de los hipócritas que fingen amar a Cristo son casi siempre fruto podrido, las palabras de los piadosos son una bendición.

“Las palabras de los piadosos son como plata de ley; el corazón del necio no sirve para nada. Las palabras de los piadosos alientan a muchos, pero los necios son destruidos por su falta de sentido común” (Proverbios 10:20-21, NTV).

“El consejo oportuno es hermoso como las manzanas de oro en una cesta de plata. Para el que escucha, la crítica válida es como un pendiente de oro o una joya de oro” (Proverbios 25:11-12, NTV).

“Que su conversación sea amable y atrayente, para que tengan la respuesta adecuada para cada uno” (Colosenses 4:6, NTV).