Hoy luchamos 

 Para entender la batalla de la guerra espiritual, debemos comenzar reconociendo que estamos en una guerra. Las batallas son componentes más pequeños de un panorama más amplio. Por definición, las batallas implican combate entre dos personas, entre facciones, entre ejércitos y consisten en cualquier tipo de "contienda, lucha o controversia prolongada" (Webster-Merriam). Como cristianos, estamos en una batalla espiritual de algún tipo a diario. En la guerra, las batallas se libran en diferentes frentes, por diferentes razones y con distintos grados de intensidad. Lo mismo es cierto en la guerra espiritual. Nuestras batallas y guerras espirituales son reales, aunque no podamos ver físicamente al atacante. Pero podemos educarnos sobre cómo se libran las batallas y cómo impactan nuestras vidas a diario.

Tenemos que preguntarnos: "¿Por qué queremos pelear la guerra espiritual?" De nada nos servirá educarnos sobre la batalla si no vemos ninguna razón para la lucha. La guerra es muy controvertida hoy en día en el ámbito físico. Esas actitudes, creencias y convicciones se trasladarán al reino espiritual. Sin embargo, en el reino espiritual hay una batalla en marcha, independientemente de nuestra opinión. Somos vencedores o víctimas. Jesús ha venido y ha vencido. La guerra ya está ganada en los cielos.

Jesús nos dijo en Mateo 28:18 que: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. Ahora tenemos el privilegio de tener una relación eterna con Dios. Muchos de nosotros entramos en ese pacto de salvación por gracia. Pero Mateo 28:18 no sólo se trata de nuestra salvación; también se trata de nuestra victoria diaria, que se suma a una vida victoriosa en Cristo. La victoria diaria se logra al conocer, creer y comprender las batallas que estamos soportando diariamente, independientemente de si somos pasivos o activos en las batallas.

¿Quieres todo lo que Dios tiene para ti en esta tierra ahora mismo, o quieres esperar hasta llegar al cielo para recibir la victoria y las bendiciones?

¿Cómo sabemos que existe un reino espiritual? Si no lo podemos ver, ¿deberíamos creer en él? Muchos creyentes e incrédulos hoy no quieren "lidiar" con un mundo que no podemos ver cuando el mundo que sí vemos es lo suficientemente difícil de "lidiar". Antes de hablar de la batalla espiritual, debemos creer en el reino espiritual. Tendemos a actuar como un niño de dos años que cierra los ojos y se pone una manta sobre la cabeza, creyendo que nadie puede verlo porque él no puede verlo. El hecho de que no podamos ver el reino espiritual no significa que no esté ahí.

Keith Green, un compositor cristiano, escribió: “Yo [Satanás] solía tener que andar a escondidas. Pero ahora simplemente abren sus puertas. Nadie busca mis trucos porque nadie cree en mí”. Sin embargo, si elegimos ignorar o no creer en el reino espiritual, nos encontraremos confundidos, frustrados y apagaremos la paz que Dios nos ha prometido a cada uno de nosotros. La mejor defensa es una fuerte ofensiva. El solo hecho de educarnos sobre el reino espiritual es la mitad de la lucha, y Dios nos da todo lo demás que necesitamos para ser victoriosos con la otra mitad.

El mundo es donde habitan las personas. Por lo tanto, el patrón de este mundo (Romanos 12:2) se refiere a cómo las personas eligen colectivamente vivir en la tierra. A nosotros, como creyentes, se nos dice que no nos conformemos a las normas de cómo viven los demás, sino que vivamos para agradar a Dios, que no es de este mundo. Jesús dijo en Juan 17:14-16: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Así que estamos llamados a vivir en el mundo, pero no a ser parte del mundo.

Para algunos de nosotros, las batallas más duras de la guerra espiritual se libran dentro de nosotros mismos. Podemos entender las circunstancias y situaciones que el enemigo usa para destruirnos. Podemos aceptar la verdad de cómo el mundo nos atrae y nos tienta. Podemos entender hasta cierto punto que la batalla en el reino espiritual es continua y real, aunque no podamos verla. Pero, comprender lo que está sucediendo dentro de nuestros propios corazones y mentes puede ser la batalla más difícil y agotadora de todas.

Tenemos que hacernos algunas preguntas como: “¿El cristianismo se trata de luchar y sufrir o de amor y alegría? ¿No se trata la vida cristiana de paz? ¿No lo hizo Jesús todo para que yo no tuviera que hacerlo? ¿De verdad tengo que pensar tanto en mi fe cuando sólo bastó una oración para ser salvo?” Aunque la mayoría de los cristianos no se hagan estas preguntas conscientemente, sus vidas reflejan la respuesta. La vida cristiana no es pasiva. Jesús nos dijo en Lucas 9:23: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.

Los cristianos no están viviendo la vida abundante de amor, alegría y paz porque no saben cómo mantener y reclamar esas promesas. Jesús nos prometió una vida abundante que comienza aquí en la tierra. Hasta que no comprendamos las fuerzas que están en contra de nosotros y estemos preparados para luchar por lo que nos corresponde por derecho, no podremos recibir todo lo que Dios tiene para nosotros.

Así que hoy pónganse toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las asechanzas del enemigo. (Efesios 6:10-18)