Esperanza en medio de las luchas de la vida 

La vida está llena de luchas, desafíos y dificultades que a veces pueden hacernos sentir desesperanzados e impotentes.

Ya sea que se trate de una enfermedad, problemas financieros, relaciones rotas o cualquier otro tipo de revés, es fácil perder la fe y sentir que no hay salida. Sin embargo, como cristianos, tenemos una perspectiva única sobre las luchas que nos permite encontrar esperanza incluso en los tiempos más oscuros.

Ayer hablamos de esperanza, incluso con historias de Oriente a Occidente.

Bueno, si pusiera mi esperanza en algún tipo de construcción creada por el hombre, como la política o los partidos de fútbol, ??o cualquier otra cosa, también podría desesperarme.

Las Escrituras dan motivos para la esperanza en medio de las luchas.

La Biblia está llena de historias de personas que enfrentaron luchas increíbles y, sin embargo, encontraron esperanza y redención a través de su fe en Dios. Tomemos, por ejemplo, la historia de José. José fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, acusado falsamente de un crimen que no cometió y pasó años en prisión. Pero a pesar de todo, permaneció fiel a Dios y finalmente se convirtió en el segundo al mando de todo Egipto, salvando a su familia de la hambruna y convirtiéndose en un héroe para su pueblo.

De manera similar, el apóstol Pablo enfrentó numerosas luchas en su vida, entre ellas encarcelamiento, persecución y dolencias físicas. Pero nunca perdió la fe y continuó predicando el evangelio incluso frente a la adversidad. De hecho, fue durante su encarcelamiento que escribió algunas de sus cartas más inspiradoras a las primeras iglesias cristianas, animándolas a perseverar en la fe.

Sin embargo, como creyente, tienes los mismos recursos que ellos y puedes encontrar esperanza en medio de las luchas. ¿Cómo funciona?

Aquí hay cuatro principios.

1 – Confiando en el Plan de Dios
Una de las maneras más poderosas en que podemos encontrar esperanza en medio de las luchas es confiando en el plan de Dios para nuestras vidas. La Biblia nos enseña que Dios tiene el control de todo, y eso incluye los desafíos que enfrentamos. En Romanos 8:28 leemos: “Y sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados conforme a su propósito”.

Este versículo, que no se puede citar lo suficiente, nos recuerda que Dios puede usar incluso las situaciones más difíciles para nuestro bien supremo.

Por supuesto, confiar en el plan de Dios no siempre es fácil, especialmente cuando estamos en medio de una crisis. Pero podemos consolarnos con el hecho de que Dios siempre está con nosotros, incluso en nuestros momentos más oscuros. Como dice el Salmo 34:18: “El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los abatidos de espíritu”. Cuando acudimos a Dios en nuestras luchas, podemos encontrar esperanza al saber que él está obrando todo para nuestro bien.

Como cristiano, confiar en el plan de Dios significa tener fe en que Dios tiene el control de nuestras vidas y que tiene un propósito para todo lo que sucede. Significa entregar nuestros propios deseos y planes a Dios y confiar en que su plan para nosotros es bueno, incluso si puede ser diferente de lo que habíamos imaginado para nosotros mismos. Ésa es una seria llamada de atención.

Confiar en el plan de Dios requiere una creencia profunda en el carácter de Dios y sus promesas.

Necesitamos confiar en que Dios es omnisciente, todopoderoso y todo amoroso, y que desea lo mejor para nosotros. También debemos confiar en que el plan de Dios para nuestras vidas es, en última instancia, para nuestro bien y para su gloria, incluso si puede implicar dificultades o sufrimiento en el camino. Eso es difícil, pero ahí lo tienes.

Confiar en el plan de Dios puede ser un desafío, especialmente cuando enfrentamos circunstancias difíciles o cuando el plan de Dios parece entrar en conflicto con nuestros propios deseos. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a tener fe y confiar en la soberanía de Dios. En Proverbios 3:5-6 – otro clásico – se nos anima a “Confiar en el Señor con todo tu corazón, y no apoyarte en tu propia prudencia; Sométete a él en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”.

Confiar en el plan de Dios significa tener fe en su carácter y sus promesas, entregarle nuestros propios planes, buscar su guía y dirección y, en última instancia, confiar en que su plan para nuestras vidas es bueno y para su gloria. 

2 – Encontrar comunidad
Como cristiano, encontrar comunidad significa ser parte de un grupo de personas que comparten nuestra fe y que pueden apoyarnos en nuestro camino espiritual. Significa estar rodeado de personas que nos alientan, nos desafían y nos ayudan a crecer en nuestra relación con Dios.

Para una persona introvertida como yo, esto ha sido un desafío. Me gusta estar rodeado de gente, pero principalmente en mis propios términos.

Aún así, encontrar comunidad es una parte esencial de la vida cristiana. En la Biblia vemos muchos ejemplos de personas que vivieron su fe en comunidad. La iglesia primitiva, por ejemplo, se caracterizó por un profundo sentido de compañerismo y apoyo mutuo. Hechos 2:42-47 describe cómo los creyentes “se dedicaban a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión, a la fracción del pan y a la oración... Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común... partían el pan en sus casas y comían. junto con corazones alegres y sinceros, alabando a Dios”.

Encontrar una comunidad puede implicar asistir a una iglesia o un grupo pequeño, participar en un estudio bíblico o un grupo de oración, o involucrarse en un ministerio o proyecto de servicio. Lo importante es ser intencional al buscar relaciones con otros creyentes que puedan apoyarnos en nuestra fe. Nuestras vidas no deberían funcionar en el vacío.

Podemos encontrar aliento y responsabilidad al compartir nuestras luchas y triunfos con los demás.

Allí podemos aprender de la sabiduría y la experiencia de quienes han recorrido el camino de la fe antes que nosotros. También podemos ser una fuente de aliento y apoyo para otras personas que están pasando por sus propias luchas y desafíos. Eso es un gran problema.

En última instancia, encontrar comunidad como cristiano consiste en vivir el llamado a amarnos y servirnos unos a otros.

En Juan 13:34-35, Jesús dice: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, así os améis unos a otros. En esto todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. Al encontrar y participar en una comunidad cristiana, podemos vivir este mandato y crecer en nuestra relación con Dios y con los demás.

3 – Cultivar la gratitud
¿Estás agradecido? Cuando estamos en medio de una crisis, puede ser fácil concentrarse en todas las cosas que van mal. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a dar gracias en todas las circunstancias. En 1 Tesalonicenses 5:18, se nos dice que “demos gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.

Esto no significa que debamos ignorar nuestro dolor o fingir que todo está bien cuando no lo está. Más bien, significa que podemos encontrar esperanza buscando lo bueno en cada situación.

Quizás podamos estar agradecidos por las personas que nos apoyan o por los pequeños momentos de alegría que experimentamos en medio de nuestras luchas. Al cultivar intencionalmente la gratitud, podemos cambiar nuestro enfoque de nuestras dificultades a las bendiciones de nuestra vida.

Significa reconocer que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y elegir ver nuestras vidas a través de una lente de gratitud en lugar de una de queja o derecho.

Podemos adquirir el hábito diario de agradecer a Dios por las bendiciones en nuestras vidas, tanto grandes como pequeñas. También podemos reflexionar sobre cómo Dios ha trabajado en nuestras vidas en el pasado y dar gracias por su fidelidad y provisión.

Esto no significa ignorar nuestras luchas o pretender que todo está bien cuando no lo está.
Más bien, significa buscar intencionalmente y dar gracias por las cosas buenas de nuestra vida, por pequeñas que parezcan.

Cultivar la gratitud puede ayudarnos a cambiar nuestro enfoque de nuestros problemas a las bendiciones de nuestras vidas, lo que nos lleva a una mayor alegría y satisfacción. También puede ayudarnos a mantenernos conectados con Dios y recordar su fidelidad, incluso cuando enfrentamos circunstancias difíciles.

Cultivar la gratitud como cristiano implica reconocer que todo lo que tenemos es un regalo de Dios, enfocarnos intencionalmente en los aspectos positivos de nuestras vidas y dar gracias a Dios por su provisión y fidelidad. Al practicar la gratitud, podemos experimentar mayor alegría y satisfacción en nuestras vidas y profundizar nuestra relación con Dios.

4 – Aferrarse a las promesas de Dios
Aferrarse a las promesas de Dios significa confiar y apoyarse en las verdades y seguridades que se encuentran en la Biblia y que se atribuyen a Dios. Estas promesas nos recuerdan el amor, la fidelidad y el poder de Dios, y pueden brindarnos esperanza y aliento en medio de circunstancias difíciles.

Aferrarse a las promesas de Dios implica varios pasos.

Primero, necesitamos identificar las promesas que se refieren a nuestra situación específica. Por ejemplo, si enfrentamos dificultades financieras, podríamos recurrir a la promesa de Filipenses 4:19: “Y mi Dios suplirá todas vuestras necesidades conforme a las riquezas de su gloria en Cristo Jesús”. Si estamos luchando contra el miedo o la ansiedad, podríamos recurrir a Isaías 41:10: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; No desmayéis, porque yo soy vuestro Dios. Yo te fortaleceré y te ayudaré; Te sostendré con mi diestra justa”.

Una vez que hayamos identificado las promesas que se aplican a nuestra situación, debemos meditar sobre ellas e interiorizarlas. Esto significa tomarse el tiempo para leer y estudiar los versículos relevantes y reflexionar sobre lo que significan para nosotros personalmente. No hay atajos. También podemos orar y pedirle a Dios que nos ayude a creer y confiar en sus promesas, incluso cuando nuestras circunstancias parezcan abrumadoras.

Finalmente, aferrarse a las promesas de Dios requiere fe y paciencia.

Quizás no veamos resultados inmediatos ni experimentemos una resolución instantánea de nuestras luchas, pero podemos confiar en que Dios está obrando entre bastidores y que sus promesas se cumplirán. Como nos dice Hebreos 11:1: “Ahora bien, la fe es confianza en lo que esperamos y seguridad en lo que no vemos”.

Aferrarse a las promesas de Dios implica una combinación de fe, estudio, oración y paciencia. Al confiar en las verdades y seguridades que se encuentran en la Biblia, podemos encontrar esperanza y aliento incluso en medio de nuestras luchas.

Dave Food, 15/07/2024
Deborah
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Church on Sunday at Strodes College, Egham


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